El pie diabético

La diabetes produce principalmente dos alteraciones en los pies: las neuropatías y las vasculopatías, que de no controlarse desembocan en problemas muy serios.

Las alteraciones de la sensibilidad o neuropatías, nos producen desde un desagradable hormigueo hasta el ser incapaces de percibir la sensación de frío, de calor o de dolor. Esto significa que un diabético con su enfermedad descontrolada, puede clavarse algo en el pie, hacerse una quemadura, tener una uña encarnada y no darse cuenta; eso, unido a que normalmente no nos miramos los pies, puede acarrear desde una infección, hasta en casos extremos la amputación de un dedo, un pie, etc.

Los problemas circulatorios o vasculopatías, por otro lado, nos producen desde unos pies permanentemente fríos, y muy secos propensos a agrietarse, hasta dificultad a la hora de cicatrizar heridas, lo que conlleva un mayor riesgo de ulceración y nuevamente posibles amputaciones.

Para prevenir todo esto, lo principal es aceptar la enfermedad y tratar de conocerla y entenderla a la vez que realizamos cosas tan sencillas como:

Revisarse los pies a menudo, para detectar posibles alteraciones.

Comprobar el agua del baño con ayuda de un termómetro y no calentarse nunca con fuentes directas de calor, para evitar quemaduras.

Secarse bien los pies después del baño, hidratándolos bien para que no se agrieten.

No andar descalzos y comprobar el interior de los zapatos para evitar clavarnos algo.

Utilizar calzado adecuado, que no nos oprima los pies

No usar jamás cuchillas, callicidas, tijeras o quita callos para “arreglarnos” nosotros mismos los pies.

Visitar al podólogo ante cualquier duda o problema que atañe a nuestros pies.